Pasé un largo rato conversando con Rubén Martín en el stand de Mozilla en EBE12. Fue como un reencuentro con viejos temas que hoy están algo fuera de la conversación general sobre el mundo digital y social. Lo que no quiere decir que no subsistan y no sean importantes. Hablamos de la apuesta por HTML5 y el sistema operativo para móviles: aún con licencia blanda 🙁 , volver a reivindicar sistemas (más) abiertos nos llevará a un escenario de competencia y, presumiblemente, más control de los usuarios de sus dispositivos. Lo que puede suponer para el mundo de la movilidad y las empresas de telecomunicaciones me parece de lo más fasciante que puede ocurrir (o no) en la web.
Alejado como he estado de las noticias alrededor de la Fundación que sigue manteniendo el navegador que rompió el statu-quo de la red cuando literalmente se comió a Explorer, me interesó mucho el proyecto Persona: un nuevo intento por disponer de un sistema de autenticación de la identidad en la red controlado por el usuario huyendo de la presunta necesidad de hacerlo con Facebook o Twitter, algo que se está volviendo muy común entre nuevas start-ups.
OpenID, que sigo usando donde se puede, es evidente que no ha sido un éxito de mercado e ideológico: nadie parece preocupado en lo que supone. Persona está en una fase muy experimental y el plugin que permite incorporarlo a wordpress, también. Me he dado de alta en el servicio e instalado el plugin para ver a dónde llego. Al final, en estas cuestiones, el efecto red se vuelve fundamental: aunque haya productos de calidad inferior, su preponderancia les da un valor que no tiene la calidad superior.
En medio de la polémica sobre el control de los datos personales y la forma en que el usuario decide qué información comparte de su navegación, poner encima de la mesa los estándares abiertos parece de excepcional interés. A ver dónde termina. Porque una cosa que comenté con Rubén es que Mozilla necesita, al menos en España, recuperar un discurso y una presencia social importante. Esto afecta por igual a los consumidores y a todas esas marcas que ansían datos de conducta pero que vivirán con el dilema ético de dar transparencia a la captura y el uso de los datos y su ocultación para conseguir beneficios de ello.