Rotundamente sí. Es una argumentación frecuente de los gestores de medios tradicionales (sobre todo prensa y televisión) el hecho de que bloggers, tuiteros y otros usuarios de los medios populares viven o alimentan sus espacios gracias a lo que los medios tradicionales producen, sugiriendo parasitismo o inanidad de lo que la gente produce sin ser, sobre todo, periodista. El empeño e insistencia en esta afirmación procede, en mi opinión, de los intentos por defender sus organizaciones empresariales desacreditando a la realidad. Porque se trata de un movimiento de varias idas y venidas.
Por ejemplo: todas las mañanas las radios viven de hablar y emplear como fuente lo que dicen los periódicos. Cada noche, los programas informativos de las televisiones no dudan en anticipar las portadas de los diarios de papel (a los medios online les suelen ignorar). Pero los periódicos también viven de contar las cosas que encuentran en medios sociales, como hashtags triunfantes, trending topics y otras lindezas sociales por no hablar del uso, reconocido o no, de bloggers sofisticados como fuente o inspiración.
También las televisiones buscan perlas para entretener en YouTube. Y se dice que los coolhunters rastrean, por ejemplo, entre bloggers de moda y de estilos de vida en busca de tendencias y usos ingeniosos de la vida cotidiana para sugerir a terceros lo que crece y es bonito o aspira a serlo.
La cuestión es que todo es un sistema que se retroalimenta a sí mismo transformando y cocreando en ciclos sucesivos. Quizá siempre fue sí, pero la plasticidad de la conversión de lo físico en digital, mucho más a través de redes que interconectan bits, hace el mecanismo ubicuo y veloz. Esto seguramente es una polémica vieja y gastada, pero hace poco alguien me lo trajo a colación en una conversación.