Durante la primera burbuja, todas las grandes empresas que decidieron iniciar el camino de la web se encontraban, como ahora en el boom de las redes sociales, desconcertadas. Y les quitaron las corbatas.
Para ser más creativas, menos jerárquicas y adaptarse sin traumas y progresivamente al nuevo entorno se establecieron los viernes informales sin aditamentos de señorito. Así se parecerían más a los emprendedores de internet donde siempre ha habido billares, futbolines y otras lindezas para trabajar de forma entretenida.
Sigo viendo empresas donde los viernes desaparecen las corbatas. Me llega por correo hoy a casa el último número de Fortune y aparece un artículo sobre el cambio en el puesto de trabajo y ¿adivinan?: confirman que lo que vemos en la experiencia diaria, que el casual friday se ha trasladado a toda la semana, es cierto.
Como sucede con el comercio electrónico, especialmente el de ropa y alimentación, lo que al estallar el boom parecía un experimento fracasado del exceso tecnológico, ahora ha resucitado como una realidad imparable. De la misma forma, la tendencia a una jerarquía y ambiente menos formal se ha consolidado. No es ya que te pongas corbata pocas veces, sino que el cliente corporativo no se asombra de que no la lleves y le parezca lo normal.
La anécdota (más o menos trivial) me sirve como indicador personal de algo que creo que sucede en todos los aspectos previstos de la revolución digital: que exuberancias aparte, la lógica implícita de los bits y las redes avanza a pesar de la resistencia del mundo analógico. Y que muchos debates que vuelven y vuelven (como el de los bloggers grauitos en la prensa) son únicamente formas de resistencia al cambio que se ven superadas.
P.D.: Leyendo a Antonio Ortiz, aparecen otros ejemplos sugestivos del mismo fenómeno de cambio que iba a llegar, no llegaba y después llega: la desintermediación de la contratación de medios, por ejemplo, y la progresiva muerte de la posibilidad de cobrar los servicios de voz por minutos. Y leyendo a Javier de la Cueva, como va extendiéndose el uso de internet como herramienta procesal.
9 Comentarios
Yo le he tenido fobia a las corbatas toda la vida. Y las relaciono con cierto tipo de ambiente. Ese que está lleno de gente que pretende ser alguien porque lleva traje, te entrega su tarjeta de visita y tiene un cargo. Luego se suben al estrado y te das cuentas que no tienen ni puta de lo que hablan. Pero ellos son alguien y tú no.
Mi problema es que muchas de mis referencias intelectuales son tipos estaounidenses muy frikis a los que nadie cuestiona el atuendo porque saben. Y es algo que he podido comprobar muchas veces personalmente. Los estadounidenses son más propensos a a escucharte e interesarse en ti porque descubren que tú sabes que en preguntarte primero cuál es tu cargo/emprea.
Totalmente de acuerdo. Y es mi experiencia. Nunca olvido como he ido a reuniones en EEUU con tarjetas preciosas y los expertos de verdad que visitabas allí tenían tarjetas literalmente asquerosas. Ellos te decían, «uh, qué bonita», pero daba igual: esa era la parte intrascendente.
Sin embargo, lo de las corbatas como moda preburbuja sí tenía mucho que ver con la estructurada vida de la corporación clásica: mira a los Mad Men. Lo interesante es que los frikis imponen su estilo de vida. Yo he ido a reuniones en corporaciones españolas con atuendos que jamás hubiera imaginado sin importarle un pelo al interlocutor. Y he padecido la sensacion de escándalo de ejecutivos de mucho mba al ver chicas con el pelo morado entrando por la puerta de ¡una empresa de producción audiovisual!
En fin, lo que me interesa es que el modo de vida friki, aunque pasado a smart casual se impone en las empresas grandes, materia prima de revistas como Fortune.
Es de suponer que los expertos en corbatas se estarán reciclando. Lástima que no sea un indicador de que se están dejando de hacer las cosas por co…
Y lástima también que no ocurra lo mismo con los hipermegatacones que nos adjudican, que más bien parecen un indicador de involución porque como decía hace un tiempo; ergonómicamente hablando, todas cenicientas.
Comentada la anécdota, vamos a seguir poníendonos al día, que anda usted muy escribidor últimamente.
Se hace lo que se puede. Por ahí me han dicho que son flujos y reflujos los de la moda. Pero aunque la corbata regresara con orgullo estético, dudo que lo haga como símbolo de formalidad o legitimidad laboral. Símbolo que pervive en empresas que necesariamente han de ser formales, léase bancos. Los CEO’s tecnológicos no llevan corbatas, los CEO’s de telecomunicaciones, sí. En fin, es una anécdota para intentar ilustrar mutaciones.
La anécdota es estupenda, por eso me dio ese rapto de inspiración mañanera con los enlaces, ya sabe usted que no suelo, y menos por duplicado… 🙂
Especialmente interesante el enlace de Javier de la Cueva. Los abusos del procedimiento legal se están agravando con las nuevas restricciones y subidas de tasas. El negocio va dejando de estar en el ir y venir de “escritos” (recursos, etc.), así que lo que muchos ya estaban haciendo por ideología tiene también una curiosa lectura en términos de mercado porque muchísimos del gremio se han forrado con esa parte del proceso, y sin responsabilidad sobre resultados.
A estas alturas, como dices en los comentarios, no debería pasar de lo anecdótico. No estoy de acuerdo sin embargo en que mostraran más sentido de clase o de distancia que otros ‘uniformes’ de trabajo, porque también he visto practicar ese clasismo en sentido inverso, y, la verdad, en mi experiencia, me he encontrado con tipologías deseables y no deseables (en lo profesional) independientemente de que llevaran corbata o buzo. Lo creo un tópico.
Bueno, por supuesto. Aunque ya sabes que los tópicos son verdad 🙂 y esto no pretende ser una descripción sociológica o científica de las relaciones de poder ni de aquello de las gorras que se le ponen a los españoles. Es únicamente una descripción de un fenómeno que se generó a raíz de la digitalización durante la primera burbuja y que parece extendido hoy en el entorno laboral con una normalidad que no existía antes de aquello.
Hoy me encuentro con este ejemplo: clicad y mirad la fotografía. Son el ejemplo de startup exitosa, vestidos de adolescentes… hoy día casi cualquiera que no lo es. Al quitar la corbata los viernes, se quiso ese espíritu, el de la startup exitosa. Que se generalice del viernes al resto de la semana es una especie de símbolo de que la dinámica del trabajo es otra, más parecida a la del bazar y menos a la de construir una catedral.