La petición efectuada en estas páginas de dar muerte a la dictadura del tiempo real en el empleo de las tecnologías sociales dentro de la empresa ha generado interesantes conversaciones.
El primero fue Antonio Ortiz, que pedía un margen de clemencia. Siguió la conversación en casa de Versvs, donde el diálogo condujo a la constatación de la escasa innovación real que nos trae cada nuevo servicio y presunta novedad tecnológica que trae cada sorpresa de Techcrunch o el hype diario: todo sigue siendo la suma de chats, listas de correo y foros. So nineties…
Quizá, la idea más compleja de expresar, seguramente mucho más a un cliente corporativo, es que no se trata de las herramientas, el software que eliges o el servicio que emulas, es lo que haces con ello y lo que renuncias a hacer. Hablamos en realidad de desbrozar el tipo de interacciones que se provocan y alimentan en el flujo entre personas, lo que no es una formulación cool de la cuestión.
Cartograf ha elaborado un excelente post describiendo este tipo de problemas (leánlo, da cuenta de todos los matices sobre lo que suponen los timelines y que no abordamos en el momento original) en el que concluye con una interesante comparación con el Plan Bolonia y la vida de las organizaciones:
…la universidad necesitaba una revolución y no un parche. Y ahora pasarán 20 años antes de que se acometa esa revolución porque «al fin y al cabo, la acabamos de reformar», mientras en los márgenes de la academia (a veces, fuera de ella) hay todo tipo de innovaciones que entroncan la formación superior con Internet.
Introducir la lógica del timeline basada en la popularidad de Twitter/Facebook es un parche ante lo que sugiere el entorno. ¿Tarde o temprano surgirá la cuestión ante empresas más novedosas pequeñas y ágiles que consiguen este otro tipo de relaciones internas? Difícil de saber, incluso dudo de que sea una realidad generalizable: después de todo, hay muchas formas de ganar dinero y empresas que cualquier libro de gestión calificaría de horrorosas resultan ser muy rentables para sus dueños.
Con todo, uno asume que para determinado tipo de actividades, esta sentencia en ese mismo post de Cartograf adquiere todo el sentido:
No es sólo que ahora podamos hacer gestión de conocimiento. Está en juego mucho más: está en juego la generación de conocimiento dentro de nuestra empresa.
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[…] al menos, mientras no terminemos de matar al timeline para que la promesa de Internet, y de Cluetrain, puedan de verdad continuar […]
[…] por cierto, no parece querer ser aliado de nadie a la hora de acabar con los timelines (algo necesario en ciertos ámbitos; por más que a los más cínicos les dé la risa). El nuevo wordpress traerá […]
[…] Más asesinos del timeline | Gonzalo […]