Instagram vs Snapchat y su contexto

Instagram logoAnte la ausencia total de números, determinar si el clon que ha creado Instagram de Snapchat es algo que funciona o no funciona es pura especulación. Pero es un signo de los tiempos que invita a estar atentos a una serie de implicaciones de su éxito y su tecnología.

Mauro Fuentes, amigo y usualmente conocido como @fotomaf, preguntaba a sus seguidores en su perfil de Snapchat si seguirían usando este servicio o se pasarían a Instagram. Según nos contaba, una abrumadora mayoría de sus seguidores le mandaba un mensaje inequívoco de que seguirían fieles a Snapchat.

A continuación, Mauro nos indicaba que la misma historia publicada en su Instagram había tenido mejores números en ésta segunda red. Seguramente, no es sorprendente, porque es más madura y con más usuarios consolidados… en España.

La competencia internacional entre Snapchat e Instagram

En esta nota sobre esta nueva competencia, auguran un fracaso del movimiento de Instagram, apoyándose entre otras cosas en que la mayoría de las personas está promocionando sus perfiles en Snapchat a través de Instagram. La cuestión es que eso es, probablemente, en Estados Unidos.

Fuera de allá, donde Snapchat no tiene – ¿aún?-  la presencia de Instagram la pregunta es si la mayor base de usuarios de Instagram, al añadir esta funcionalidad, hace innecesario y desde luego mucho más sencillo la adopción de la narrativa snapchat a públicos de más edad o que simplemente nunca tuvieron Snapchat.

En esta guerra por la publicidad, la narrativa snapchat es ideal para las marcas: no hay enlaces ni hashtags, se cuentan historias sin feedback (es decir, no hay trolls), no se comparten pero tampoco hace falta si se consigue que se vean: vídeo y foto consumido a toda velocidad como la televisión de siempre y con muchos recursos para hacer historias atractivas.

El éxito de Snapchat ratifica el fin del mito social

Ya Instagram, con su dificultad de enlazar y hacer cosas simples sin complejidades intelectuales redujo el mito de la era social: la existencia de comunidades de cooperantes y fans de marcas y productos que actuaban en paralelo con la empresa productora en un espíritu de interacción propio del mundo del software libre.

Definitivamente, lo social ha evolucionado de las reglas del mundo de los foros apoyadas en comunidades activas con líderes «expertos» (y que, tradicionalmente, expulsaban a los nuevos usuarios imponiendo su jerarquía) hacia la extensión de micromedios con pocas barreras de entrada, interacción reducida y reglas más parecidas a la de los media tradicionales: yo publico y tu me lees o no, pero apenas modificas mi contenido – no hay remix- y no me someto a un escrutinio del público no filtrado.

Por supuesto, en este mundo digital no hay puertas en el campo, pero los servicios de entrada para el gran público son éstos y con éstos sesgos (más entretenimiento, menos reflexión; lo que no implica un mundo peor), menos participación y más consumo.

Reglas de los media clásicos

Igualmente, la publicidad vuelve a parecerse a la de antes pero en otros canales. Y seguramente es tremendamente eficaz, sumada al poder de filtrado de talento artístico (sí, El Rubius es técnicamente un artista) que al igual que en youtube se ha extendido a Instagram y Snapchat.

En Colombia, la creadora de una agencia de representación de influencers me decía que su mensaje a las marcas es «trátenlos como medios». El mensaje se justificaba ante las dificultades de controlar lo que un influencer dice – su línea editorial – pero, si nos fijamos, esto ya pasaba con periódicos, televisiones y radios.

Parece que finalmente, hemos llegado a lo que Manuel Castells llamó micromedios de masas y no al paraíso del prosumidor de contenidos del mito dos-cero. Sea Snapchat, Instagram, YouTube, el entretenimiento adquiere una cuota de atención grande en los ya no tan nuevos medios con respecto a lo que solemos llamar lo de siempre, pero las reglas para hacerlo, al final, no difieren tanto del pasado.

O, por lo menos, buscan desesperadamente funcionar como en el pasado. Seguramente porque es más sencillo para la forma de trabajar de todos los actores del sistema y de quienes pagan la fiesta: los anunciantes.

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